QUILOMBOS Y PALENQUES
Unos de los mayores problemas que acarreó la implantación de la esclavitud fueron las rebeliones y alzamientos de los negros. Fue frecuente, además, la huida de los esclavos a bosques y tierras de difícil acceso. Estos esclavos huidos (también llamados "cimarrones"), agrupados en bandas, llegaron a formar comunidades conocidas como palenques en toda la zona caribeña, quilombos en Brasil y cumbes en Venezuela. Eran poblados protegidos y con varios fuertes en el interior. En estos asentamientos los negros se organizaron según modelos políticos de origen africano, viviendo de los ataques y pillajes a las haciendas vecinas y poblados indígenas, pero también de la caza, la siembra y el tráfico, bien con comerciantes europeos, bien con piratas o contrabandistas a los que abastecían a cambio de su apoyo y defensa. El fenómeno del cimarronaje fue tan importante en algunas zonas como México, Panamá y Nueva Granada que las autoridades españolas realizaron pactos por los cuales se comprometían a respetar su existencia a cambio de que no aceptaran más esclavos huidos.
El cimarronaje
Un negro cimarrón |
La opresión y deshumanización del cautiverio, del comercio y después del régimen de esclavitud, produjo desde los primeros tiempos intentos de rebeldía y el cimarronaje (huida de las plantaciones y haciendas). El cimarronaje se dio también en todas las regiones donde hubo esclavos, y fue más importante, naturalmente, en el Caribe y en Brasil, ya que allí era donde había mayor número de negros. El inicio del cimarronaje, entonces, coincide con la llegada de los esclavos. Ya en 1522 se registra un levantamiento de los esclavos en la hacienda del virrey Diego Colón en Santo Domingo. Las posibilidades de huida eran difíciles y los castigos severos. Desde el siglo XVI, la palabra cimarrón sirvió para nombrar todo aquello que era silvestre o salvaje. También se empleó para designar a los esclavos que huían fuera del alcance de las autoridades. La fuga era el primer paso, luego venía el enfrentamiento para tratar de preservar lo que habían construido durante su breve libertad. La historia del cimarronaje es la historia de rebeliones audaces y continuas, orientadas por el ansia de libertad
3- ¿Qué era el cimarronaje?
Los palenques
Los palenques, conocidos como "quilombos" en Brasil o "cumbes" en Venezuela, eran poblados construidos en terrenos difíciles de acceder, ya fuese entre acantilados, o en medio de la selva. A ellos sólo se llegaba atravesando filos muy estrechos o pantanos muy peligrosos. Los palenques, en su mayor parte fortificados con empalizadas, se convirtieron en centros de actividad de la resistencia, sirviendo como campamentos de provisión y entrenamiento para la acción guerrillera y refugio para cuantos deseaban unirse a la causa de la libertad. A su vez sirvieron a las comunidades negras para estructurar su propio gobierno y organización militar.
Un palenque tenía una fuente de agua, un pedazo de tierra para cultivo, un almacén subterráneo y una pequeña cantidad indispensable de lampas y hachas. En los palenques, los negros cimarrones mantenían una vida comunitaria, caracterizada por la igualdad entre todos sus integrantes, tanto para el trabajo como para el reparto del alimento y el comportamiento social y moral. Para su defensa, en algunos palenques se habían construido fuertes. Estaban hechas de palizadas, en el punto más alto de su temporal albergue. Tenían como únicas armas, espadas, cuchillos y otras armas blancas. Nunca poseyeron armas de fuego. En otros casos completaban su defensa acopiando piedras. Hacían ejercicios de corte militar, utilizando la táctica de las guerrillas.
Una de las primeras comunidades de esclavos fugados se estableció de hecho a finales del siglo XVI, en la costa de lo que es hoy Ecuador. Francisco de la Robe fue el líder de un grupo de esclavos que escaparon de sus amos y se establecieron en la costa de Ecuador con una comunidad indígena. De la Robe también se convirtió en líder de esta comunidad indígena, casándose con una de sus mujeres. Este retrato de 1599, dedicado a Felipe III, representa a de la Robe y sus dos hijos Pedro y Domingo (presentados aquí con el honoríficodon). La ocasión del retrato fue la visita que los tres hicieron a Quito para firmar un tratado de paz con las autoridades coloniales y para comprometerse a ayudar en la defensa de la costa contra piratas holandeses e ingleses. Los tres llevan la indumentaria de la aristocracia, tanto indígena como europea. Los sombreros, los cuellos y los puños son claramente europeos; la ropa mezcla elementos andinos y europeos y los tres llevan pendientes de oro típicos de los pueblos indígenas de la costa.